18 de octubre de 2025

Guachicol

Por Oscar Díaz Salazar

La palabra guachicol se utilizó en principio (o se inventó) para designar a los hidrocarburos líquidos a medio procesar para convertirlos en gasolina, y que se sustraía (robaba) de los ductos de PEMEX de manera ilícita.

Por tratarse de una palabra cacofónica, lo que significa en términos académicos que es una palabra que suenan desagradable, o que suena gacho para decirlo en términos populares, se ha usado y abusado de la palabra, e incluso ha evolucionado su significado.

En el terreno de la política, se creó la palabra de guachicolero para designar a los individuos que se dedican al robo del guachicol, en principio a los que ordeñaban los ductos. Posteriormente se extendió el mote de guachicoleros a los políticos que “supuestamente” recibieron financiamiento para sus campañas políticas de los “empresarios” del guachicol.

Como la palabra suena gacho, se utilizó para denostar a los políticos que recibieron apoyo económico de los traficantes de guachicol, aunque no se hubiera hecho lo mismo con los políticos que en el pasado recibieron financiamiento de narcotraficantes, lenones, tratantes de blancas, líderes sindicales charros, constructores chafas, comerciantes ambulantes, factureros, estafadores, cantineros y bandidos de toda laya.

En sentido estricto, López Obrador dijo verdad cuando aseguró que había acabado con el guachicol, desde el punto de vista de su significado original. Al ordenar el cierre de ductos, se acabó el robo de guachicol que circulaba por la enorme, costosa, compleja y valiosa red de ductos, actualmente fuera de servicio como medida preventiva para el robo de guachicol.

Al cerrar los ductos y al permitirle a los particulares importar y comercializar combustibles, el gran negocio que era monopolio de PEMEX, pasó a los terrenos de la Aduana. Decirle guachicol fiscal al contrabando de combustibles, permite seguir empleando la palabra que suena gacho para descalificar a quienes están involucrados, necesariamente del gobierno (de morena) y algunos particulares, y digo necesariamente porque las aduanas son responsabilidad del gobierno federal.

La palabra cacofónica (que suena muy gacho) de guachicol, se utiliza ahora como sinónimo de transa, de robo, de ilícito y lo mismo se vincula al robo de agua, de medicamentos, de vacunas, etc.

Los críticos del gobierno actual prefieren usar el término Guachicol, pues identificarlo como contrabando los llevaría a tener que reconocer, si se debate con argumentos verídicos y honestidad intelectual, que el contrabando ha sido una realidad histórica en nuestro país y que las aduanas han sido un botín mayúsculo para todos los gobiernos a lo largo de nuestra historia.

Que el tema del contrabando de combustibles haya acaparado la atención pública y la información publicada en todo el primer año de gobierno de Claudia Sheinbaum, tiene su explicación; uno es la payola o patrocinio del señor de Mission cuyas iniciales son Francisco N, para mantener en el debate el asunto que ligan con uno de sus ex aliados, y por otro lado es la conveniencia de “atizarle” a un tema que afecta a los Estados fronterizos, en este caso Tamaulipas, entidad que de cualquier manera goza de pésima fama en el resto del país, en donde suponen (erróneamente) que todos los fronterizos somos delincuentes, y mientras se sigan regodeando con nuestras miserias e infamias, se sigue omitiendo el debate y la discusión del resto de los temas y transas que ocurren en el país.