Denuncia–Análisis sobre José Ángel García Elizondo: el zar invisible del huachicol
(28-Septiembre-2025).- En México, y particularmente en Tamaulipas, las historias de poder económico y político suelen estar ligadas a la sombra de lo ilegal. Una de las más escandalosas es la de José Ángel García Elizondo, conocido en los círculos empresariales como un “magnate” de las gasolineras, pero señalado por voces locales y expedientes filtrados en el norte de haber edificado su imperio sobre el huachicol.
No hablamos de un improvisado ni de un oportunista de ocasión. Se trata de un hombre que, desde hace varios lustros, ha acumulado más de 120 gasolineras en México y Centroamérica, muchas de ellas con interpósitas personas, lo que evidencia una red cuidadosamente diseñada para operar en la penumbra financiera y jurídica.
El poder sin escoltas, evidencia el blindaje invisible y demuestra que lo más llamativo de José Ángel García Elizondo no es su riqueza, sino su forma de ostentar poder sin ostentarlo. En un país donde cualquier empresario con menos de la mitad de su peso recurre a ejércitos de escoltas, García Elizondo camina en Tampico y en Tamaulipas como si nada. Sin seguridad, sin miedo, sin obstáculos.
Ese gesto es más elocuente que cualquier cifra: en un estado donde la anarquía es norma, solo alguien que se siente absolutamente protegido puede darse ese lujo. No teme al crimen porque es parte de su engranaje, ni teme al Estado porque lo tiene subordinado.
En el viraje inmobiliario y la ostentación en paralelo a su emporio gasolinero, José Ángel ha dado un salto hacia el sector inmobiliario y la construcción, con inversiones millonarias que ya están a la vista. Ejemplo: una residencia valuada en casi 3 millones de dólares, ubicada en una de las colonias más exclusivas y de más abolengo de Tampico.
Esa casa no solo simboliza poder económico, también exhibe la normalización de la impunidad: todos saben de su origen, nadie lo investiga.
El músculo logístico en los carrotanques es insoslayable. Informes recientes del lado norteamericano señalan su creciente influencia en el trasiego mediante carro tanques o ferrotanques. Más de 100 unidades en funcionamiento circulan como ruleteros del huachicol, moviendo combustible en un negocio paralelo y criminal que se disfraza de logística empresarial.
La frontera es testigo del doble juego: por un lado, García Elizondo aparenta ser un empresario de buena fe; por el otro, sus carrotanques cruzan como arterias del saqueo energético.
La jugada mayor de Garel: buscar refugio en EE.UU.
El punto más alarmante es su estrategia para blindarse internacionalmente. García Elizondo, con cinismo y astucia, habría buscado acercamientos con agencias de Estados Unidos, ofreciendo información de sus socios y aliados a cambio de su propia protección y libertad.
Un clásico: entregar piezas menores o medianas lo dimensionó. Hoy se atreve a entregar peces gordos que inclusive se presume han sido sus aliados, para salvarse él, disfrazando la traición como “cooperación” con la justicia norteamericana.
El dilema no está en si EE.UU. aceptará o no; el verdadero problema es que México ya mostró su incapacidad de investigarlo y de frenarlo.
La historia de José Ángel García Elizondo no es solo la de un hombre enriquecido en las sombras, sino la del fracaso del Estado mexicano para garantizar legalidad. Es la síntesis de cómo la corrupción permite que un personaje construya un emporio criminal con apariencia empresarial, y todavía tenga el descaro de caminar sin escoltas en un estado que presume anarquía.
La propuesta de este espacio virtual es clara
1. Auditoría internacional sobre las operaciones de Grupo Garel, cruzando información fiscal, aduanera y bancaria.
2. Congelamiento preventivo de activos inmobiliarios hasta esclarecer su origen.
3. Una coordinación binacional real (no de simulación) para evitar que Tamaulipas y México sigan siendo santuario de magnates que juegan con dos banderas: la del crimen y la de la “legalidad” empresarial.
José Ángel García Elizondo no es solo un empresario. Es un símbolo de impunidad. Y mientras no se entienda esto, Tamaulipas seguirá atrapado entre la anarquía y la simulación.
Mi nombre es Pintor, Edy Pintor y esto es, EDYTORIALES…
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